Por Roberto Vega Andersen
En la lluvia de temas que llegan a diario, algunos se ganan el protagonismo y permanecen más tiempo girando sobre nuestro entorno. Por ejemplo, en estos días se instaló allí la cuestión de la Inteligencia Artificial (IA) y en especial el ChatGPT de OpenAI lanzado el 14 de marzo en una versión muy mejorada. Su capacidad de crear el lenguaje humano sorprende y ha sido un tópico abordado por numerosos medios locales e internacionales.
El primer llamado de atención de los analistas más severos se centra en su gratuidad siendo un programa desarrollado por inversores privados y de enorme capacidad económica, como lo son Microsoft y Google. ¿Cuándo llegará el zarpazo monetario y cuán intenso lo sentiremos sobre nuestro talón de Aquiles?
Además, cabe entender que este programa predictivo tiene su origen en la información reunida sobre cada uno de nosotros. Mientras interactuamos en teléfonos o computadoras, vamos entregando conductas, secretos, pautas morales, nuestro humor... todo queda almacenado en esa enorme “alacena” y de pronto, con el ChatGPT los algoritmos crean las respuestas más cómodas a nuestros oídos -ya ha aprobado exámenes de Derecho y Medicina en Estados Unidos y España- y con una memoria que, obviamente, supera la capacidad humana para sorprender a los humanos. Pero, lo dice el refrán, “cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”, y el temor más acuciante nos invade al preguntarnos cuándo llegará el momento en que estas empresas tecnológicas estén en condiciones de pautar el futuro a través de sus respuestas predictivas.
Y hay más novedades... como se pregonaba en tiempos pasados. También días atrás el lanzamiento de dispositivos como MidJourney y DALL-E (y hay más) facilitan la creación de nuevos contenidos visuales. Nos habremos sorprendido con la imagen falsa del Papa Francisco vistiendo un camperón de plumas, blanco... Estas herramientas avanzan sobre la creación de imágenes formadas a partir de la memoria almacenada, pero los resultados causan escozor. Ya hay gobiernos preocupados en esta generación de Inteligencia Artificial generativa y hasta los propios gestores de estas iniciativas, como Elon Musk, entre otros expertos, que ha llegado a sostener que la Inteligencia Artificial podría llevar incluso, “a la destrucción de la civilización”. Todos ellos firmaron una carta que reclama una pausa de seis meses en la idea de desarrollar protocolos que regulen estas herramientas. Los riesgos no son menores y su evolución nos afectará a todos… ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cómo fijar límites y reglamentar su uso y desarrollo? Una nueva “guerra” ha comenzado e insistimos, todos estaremos inmersos dentro de ella.
Desde nuestra atalaya esta vez les acercamos las voces de Irina Podgorny, Abel Alexander, Daniel Schavelzon, Germán Carvajal, Norberto Pablo Cirio; todos ellos, destacados referentes en sus espacios de trabajo cultural y asiduos colaboradores de Hilario, y desde Bélgica, Joran Proot. ¡Que los disfruten!