El arte no se detiene, y en ese rasgo también se afirma su belleza y atracción. Días atrás, dos ciudades europeas se engarzaron a través de un anillo de concreto que, sin aviso previo, apareció en sus calles. Nos referimos a Lublin, la novena ciudad de Polonia, y Vilna, capital de Lituania.
Ubicadas a 600 kilómetros entre sí, ahora “dialogan” a través de Portal, una instalación creada por la Fundación Benediktas Gylys, de Vilna, que desarrolló esta especie de puentes virtuales dirigidos a promover la unión del planeta, “sin fronteras, prejuicios ni etiquetas”. Ambos anillos poseen cámaras y una pantalla en el centro del aro de concreto que transmite en tiempo real; quienes están frente a una de estas esculturas futuristas conversan en sus gestos y expresiones con los que, en la otra, se paran y manifiestan emociones. La iniciativa ya promete nuevos lazos entre Vilna y Londres, y Vilna con Reikiavik, capital de Islandia.
Lo hemos visto en la televisión y el cine, y también lo hemos soñado: entrar en ese aro en una ciudad y salir en la otra. Los promotores de Portal manifiestan su intención de crear una red que inspire la unidad, el diálogo y la empatía entre todos los habitantes de nuestra casa, “una pequeña nave espacial” llamada Tierra.