Poncho Balandrán. Bolívar, Bolivia. Finales del siglo XIX o principios del XX.
Notable ejemplar. Como todos los provenientes de esta región, este poncho ha sido tejido en telar de estacas, en dos paños, a faz de urdimbre de cuatro bordes. La lana utilizada (técnicamente la fibra de los camélidos es pelo), hilada y torcida artesanalmente con huso- pertenece a alpacas huacayas, de las llamadas “reales”, criadas en las elevaciones andinas a más de 4500 metros de altura, lo que las diferencia del resto, cuyo desarrollo transcurre entre los 3700 y 4200 metros snm. El color natural de la pampa (el campo) es de alpaca blanca sin teñir, en tanto que para las calles de pallai (sectores de diseño decorativo) ha sido utilizada fibra teñida con una variedad de colorantes naturales, incluida la grana de cochinilla para el rojo y el rosado, y el añil para el azul, según la laboriosa técnica empleada durante varios siglos, reservada sólo para prendas de alta calidad.
Medidas: Largo 178 cm. Ancho: 146 cm.
Esta pieza es fiel exponente de la categoría mencionada por sus medidas, su antigüedad y por su rica elaboración según la tradición textil aymara. El término Balandrán, antiguo vocablo español para caracterizar a los tejidos del vestuario de clérigos y hermanas de caridad, de un largo notable –algunos de ellos llamados también talares, por cubrir los tobillos hasta el talón del pie- ha dado origen a que una cierta cantidad de ponchos antiguos integraran una categoría especial: los ponchos Balandranes (Balandrán Style). (1)
Su estructura ornamental nos permite conocer su procedencia. Se trata de la región Bolívar, antiguamente llamada Quirquiavi. Su territorio se extiende actualmente sobre una superficie tripartita perteneciente a los departamentos de Oruro, Cochabamba y Potosí (2). Los tejidos Bolívar -así llamada actualmente esta región- son únicos en su concepción, merced a un particular diseño de calles anchas de tejido policromo compuestas por callecitas de urdimbre complementaria compleja. La denominación “Bolívar” no corresponde a la provincia homónima de Cochabamba sino al estilo de sus textiles, diferente de los departamentos mencionados.
La costumbre de tejer “a cuatro bordes” de las tejedoras altoperuanas implica que cada paño del poncho sea tejido individualmente de punta a punta, obteniendo una tela sin dobladillo, y el segundo paño será una copia del primero, muy semejante pero nunca igual. Por lo tanto, una vez unidos los dos campos se forma una pieza única e irrepetible.
Por su calidad artesanal y su estado de conservación -tras cien años de uso en ceremonias religiosas y festivas- este poncho merece integrar las mejores colecciones de arte textil americano.
Nota:
1. William S. Siegal. Balandran, The Giles W. Mead and Parry Mead Murray Collection of Aymara Ponchos. Ed. William Siegal Gallery. Primera edición. Enero de 2014. Pág. 20
2. Teresa Gisbert- Silvia Arce – Martha Cajías, Textiles en los Andes Bolivianos, La Paz, Bolivia, Ed. Agencia Boliviana de Fotos / Fundación Cultural Quipus, 2003, pág. 122.
LOTE | 82 |
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PRECIO BASE | U$S 500 |
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