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PLATERÍA
Plato oval cincelado. Olavarría. Décadas 1920 - 1930.
¡Excepcional! Plato de cobre cincelado. Medidas: 93,5 x 80 cm. Obra en buen estado; conserva restos de lacre en el reverso.
La escena central nos presenta una madre desnuda y de generosa cabellera, con sus dos hijos -un niño y una niña mayor- y bajo sus piernas desnudas, a la izquierda unas flores y a la derecha, la cabeza de un adulto barbado. Al pie de la composición, un cangrejo, y rodeándola, una guarda cincelada con diversos mascarones, cornucopias, frutos y animales.
Develar el mensaje de esta obra realizada por el genio del orfebre artista, no resulta tarea sencilla, aunque Arce nos brinda numerosas pistas en su libro “Historia de mi jarrón” (sin fecha, en una edición del autor). En sus 127 páginas, aquel asombroso cincelador que diera origen al estilo olavarriense de la platería criolla, se extiende con gran meticulosidad sobre su “filosofía de la vida”, renegando del Destino para indicar que, si uno nace enfermo, no es por esa ley implacable, sino “por la herencia que nuestros antepasados nos legaron en la materia, o que nosotros, con nuestros vicios, adquirimos materias extrañas para seguirlas legando”.
Para explicar esta apreciación filosófica, sostiene, “hice mi jarrón, el cual dedico al niño de todas las edades, para que por medio de las figuras (que en el jarrón son hechas a cincel, en metal de plata, empezado en 1924 y que a la fecha no está terminado) pueda comprender mejor y vea que el Destino no es más que la consecuencia de los hechos de ayer, nuestros o de nuestros antepasados”.
Cada una de las figuras que Arce cinceló en aquel jarrón fueron minuciosamente explicadas en este libro, y sin duda, la obra aquí ofrecida se vincula a estas composiciones, ya sea la escena central, como la guarda que la envuelve. Para Arce, la mujer alude a la maternidad y fecundidad, y quizás en este caso, aquel hombre barbado robó el amor de esa mujer en la búsqueda del “placer animal” -son sus palabras-, naciendo de aquel robo doble, sendos niños. O tal vez, aquel hombre aparentemente bueno que la enamorara, después de casado mostró su verdadero rostro, el de “un jugador, trasnochador, bebedor, que cuando viene a casa le sacude la ropa…”. Estas reflexiones las presenta en la figura del jarrón que muestra los cartones del carnaval -aquí, los mascarones de la guarda-, con cuya protección y consecuente anonimato, el ser humano demuestra lo que en realidad es, con la convicción de que nadie lo conoce.
Siendo que los jarrones que Dámaso Arce realizara se encuentran en el Museo Municipal de Olavarría que lleva su nombre, esta fuente escultórica se convierte en una obra de especial interés para los coleccionistas argentinos. Arce se alejó del mercado de la platería criolla en 1928 para evolucionar en otras rutas, así iniciábamos nuestro recorrido por su vida y obra en el texto publicado en la revista digital Hilario. (Ver más)
Agradecemos la información brindada por Horacio Anzorema, orfebre olavarriense.
AUTOR/A | DÁMASO ARCE |
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