Lámpara virreinal. Hispanoamérica. Siglo XVIII.

Obra de relevancia. Plata batida, calada, fundida, repujada, cincelada y pulida. Plato cóncavo -también llamado boya - con tres brazos de elegante movimiento que sostienen sendos portavelas. En el tramo inferior del recipiente, decorado con querubines fundidos, el plato sufre un estrangulamiento troncocónico hasta concluir en una argolla, útil para su uso. El conjunto se sostiene por tres cadenas de singulares eslabones calados, realizados con alto tenor artístico, los que penden desde una argolla decorada por una placa de diseño afín al expresado en las cadenas. Ex colección Elisa Peña. 

Medidas. Diámetro máximo: 50 cm. Alto: 80 cm. Peso: 2500 gramos. 

Estas lámparas podían ser utilizadas como ajuar litúrgico -iluminando una imagen de la que se sentía una fuerte devoción, o bien, al Santísimo Sacramento, ubicada bien próxima al sagrario- o como fuente de luz en un hogar adinerado. También en estos hogares cumplían la misión religiosa cuando se las instalaba en la capilla. 

Elisa Peña, heredera de una pasión que cultivaron su padre y también su hermano, ambos de nombre Enrique, supo robustecer una importante colección formada por obras de platería e imaginería virreinal y criolla, y biblioteca. Elisa recibía a los anticuarios que con afán le buscaban las piezas de platería más interesantes, así la recuerda un familiar. La obra cumbre de aquella colección fue el primer libro impreso en nuestro territorio, del jesuita misionero Juan Eusebio Nierember, “De la Diferencia entre lo Temporal y Eterno”, editado en 1705 en las misiones jesuíticas; en 1954 lo donó entre otros muchos títulos, al Museo Enrique Udaondo de la ciudad de Luján. Algunas de sus obras fueron llevadas a remate en la década de 1990 y otras, en el último año por nuestra casa.