POMPEYA, UN VIAJE EN EL TIEMPO

Primero apareció un elemento de hierro y la excavación adoptó otro ritmo. Fotografía: Courtesy of Parco Archeologico di Pompei.

La tarea de retirar el material volcánico que lo cubría fue una labor de precisión milimétrica, siempre en el afán de conservar todos los restos allí presentes. Fotografía: Courtesy of Parco Archeologico di Pompei.

Maravilloso detalle ornamental con una escena referida a Eros, plasmada en un medallón. Fotografía: Courtesy of Parco Archeologico di Pompei.

Las huellas que las ruedas de los carros marcaban en las calles empedradas. Fotografía: Hilario.

El turismo ha sido una de las industrias con mayor desarrollo en las últimas décadas a nivel mundial. Sin embargo, su auge fue abruptamente interrumpido por la pandemia del Covid 19 y si bien paulatinamente se están reabriendo sus espacios de atracción, lo cierto es que una nueva conciencia emerge después de este inesperado paréntesis.


La crisis sanitaria nos ha expuesto a cambios bruscos e impensados, y todos podemos advertir que, sin medidas relevantes, el cambio climático ocasionará severas consecuencias en un tiempo próximo. Para alcanzar un escenario más benévolo, el turismo también debe cambiar. Su masividad desenfrenada es un motor de polución ambiental que merece ser corregido y hacia allí también marchan las acciones adoptadas por numerosos centros de atracción, como es el caso del Parque Arqueológico de Pompeya.


Muy próxima a Nápoles, la villa romana de Pompeya sigue sorprendiendo al mundo entero con nuevos hallazgos que anuncian cuánto queda por descubrir bajo las cenizas del Volcán Vesubio. Toda su arquitectura fue primero golpeada por un terremoto en febrero del año 62 d.C. (después de Cristo) y cuando ya estaba reconstruida, en noviembre (1) del 79 d.C. la erupción volcánica del Vesubio literalmente la sepultó bajo un manto de cenizas y piedras.


Allí permaneció en el más profundo olvido hasta que en el siglo XVIII un ingeniero español realizó las primeras excavaciones sistemáticas sacando a la luz algunos restos de aquella ciudad. Desde entonces, mucho se ha realizado para descifrar tanto misterio... Y en ese emerger de la ciudad cristalizada en el tiempo, sus restos se transformaron en una de las mayores atracciones mundiales del turismo cultural, cautivando a un público cada vez más numeroso hasta marzo del 2020, cuando los relojes se detuvieron otra vez, en ese momento por el arribo descontrolado a Italia de una enfermedad que se hizo pandemia.



La arquitectura romana de Pompeya y los vestigios de su uso. Fotografía: Hilario. 


Ahora todo avanza hacia una “nueva normalidad”, y en Pompeya han desarrollado un plan piloto para que, en grupos reducidos, los visitantes -que acaban de regresar con pasaporte verde, y con un puesto sanitario con hisopos antigénicos para los no vacunados- puedan conocer las excavaciones mientras los científicos trabajan en el sitio. Su director, el alemán Gabriel Zuchtriegel (2), promueve la búsqueda de una experiencia distinta, “hacia allí deben dirigirse los museos y las instituciones culturales”, sostiene e insiste, “queremos compartirlo con la gente, con los visitantes del sitio, pero también por internet. Quiero abrir almacenes y laboratorios, hacer excavaciones y contar cómo llegamos a nuestros hallazgos, a la reconstrucción”.



Los almacenes también estarán abiertos al público. Fotografía: Hilario.


Con el arribo de un nuevo tiempo, asegura su director, “Pompeya tiene que responder a ello en términos de sostenibilidad, preservación histórica e inclusión”.  


En los últimos meses, dos importantes hallazgos se han hecho públicos; primero fue el descubrimiento de la tumba de Marcus Venerius Secundio, un esclavo liberado que había logrado una posición de cierta jerarquía, cuyo nombre ya era conocido entre los arqueólogos de Pompeya por encontrarse en el archivo de tablillas enceradas del banquero pompeyano Cecilio Giocondo. Dar con sus restos ha sido otro gran paso en la búsqueda de más información sobre la vida cotidiana en aquella ciudad desaparecida hace 1949 años. Ciertas inscripciones halladas en el sepulcro aluden a representaciones hechas en griego y en latín, una referencia de gran valor para los estudiosos. Y, además, el estado de su cuerpo es otro tema de análisis que, seguramente develará más incógnitas: preservado en una cámara funeraria hermética, presenta una momificación parcial, ¿fruto de un tratamiento intencionado o no?


El otro descubrimiento anunciado se logró en las excavaciones que avanzan en la villa Civita Giuliana, comprendida dentro del Parque Arqueológico, aunque fuera de las murallas que delimitaban la antigua Pompeya, hacia el norte. La noticia ha dado la vuelta al mundo: allí estaba sepultado bajo las cenizas un carro procesional de cuatro ruedas; al parecer un Pilentum, sólo conocido por las fuentes históricas, de uso en momentos festivos, desfiles y procesiones. Quizás, por los medallones ubicados en la parte trasera del mismo -ver imágen- haya sido utilizado para rituales relacionados con el matrimonio, para llevar a la novia al nuevo hogar. Había permanecido junto a los vestigios de un establo y la erupción lo encontró hasta con la decoración floral preparada para lucirse ante un público ferviente. Casi intacto, ahora deslumbra a legos e iniciados.


En 2018 se habían exhumado los restos de tres caballos, uno de ellos enjaezado. Seguramente habían tirado de aquel carro en una celebración que avanzó por las calles de la ciudad, o quizás se los preparaba para hacerlo ese mismo día que ocurrió el cataclismo. Lo cierto es que hoy un equipo interdisciplinario de especialistas trabaja en aquellos vestigios. El carro posee su estructura casi intacta, hasta con sus decoraciones de bronce y estaño, e incluso los restos de madera -ya mineralizados-, de las cuerdas y las flores que lo ornamentaban.


Las excavaciones en esta zona buscan además detener el saqueo del patrimonio cultural, ya que habían sido detectados varios túneles ilegales practicados para expoliar tesoros arqueológicos. La antigua villa se encuentra emplazada bajo una urbanización moderna, con la complejidad que esto provoca  en las labores de los equipos de exploración y estudio.


Quienes hemos caminado por Pompeya nos emocionamos frente a esta noticia. Si habíamos visto las huellas de las ruedas de los carros plasmadas sobre el suelo empedrado... Ahora conocer uno de ellos será aún más atractivo. Y sin duda, hay mucho más por descubrir. Apreciemos aquí las labores de los especialistas en plena excavación: ver video.


Notas:

1. Desde hace largo tiempo se aseguraba que la fecha exacta de la erupción fue el 24 de agosto del 79 d.C. -según lo afirmaba Plinio el Joven en una carta dirigida a Tácito, donde aludía a las avalanchas de lava que destruyen todo-, pero una fecha descubierta en la pared pintada de la Casa del Jardín modificó la datación.

2. Su nombramiento provocó muchos “ruidos” en las comunidades científicas y políticas italianas, pero nadie pudo objetar una selección internacional basada en los más sólidos requisitos de búsqueda. Hoy esas aguas se han aquietado y Zuchtriegel avanza a paso firme en una gestión que traerá más cambios, esperamos que estén en el rumbo correcto.



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