EN SAN JUAN: LA TRADICIÓN DEL GRABADO. DEL NORTE DE EUROPA A CUYO.

Albrecht Dürer: Adán y Eva. [1504] Buril. Medidas: 25 x 19,4 cm. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.

Peter Paul Rubens: El regreso de la huida a Egipto. [1625-1640] Buril. Medidas: 43,8 x 33,1 cm. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.

Rembrandt van Rijn: Autorretrato. [1639] Aguafuerte. Medidas: 21 x 16 cm. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.

Victor Delhez: Motor. [1925] Linóleo. Medidas: 23 x 23 cm. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.

Vista nocturna con el ingreso a la exposición.

Interior de la sala con las obras y tacos de Victor Delhez. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.

Astrid Maulhardt


Lic. en Gestión e Historia de las Artes por la Universidad del Salvador, de Buenos Aires. Profesora Adjunta en cátedras Historia del Arte de la Licenciatura en Turismo de la Universidad Nacional de San Martín y Profesora Titular de la Cátedra Historia del Arte y la Cultura Europea II (Renacimiento y Barroco) e Historia de las Artes Decorativas II en la Licenciatura en Gestión e Historia de las Artes de la Universidad del Salvador. Ha catalogado la colección de tapices del Museo Nacional de Bellas Artes, Museo Nacional de Arte Decorativo. Su último libro es “Antinea. Dimitri Chiparus”, editado por la Colección Fortabat.

La exposición La tradición del grabado. Del norte de Europa a Cuyo se inauguró el pasado 8 de abril en las salas del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, institución dirigida por Emanuel Diaz Ruiz, donde permanecerá hasta el 26 de junio de 2022. La muestra se organiza en dos secciones. La primera presenta al público una colección de grabados de artistas renacentistas y barrocos, activos durante los siglos XV, XVI y XVII. Se trata de una selección centrada en grandes maestros, procedente de una colección privada de Buenos Aires que ha reunido estampas antiguas de calidad. Como afirma Ángel Navarro, el grabado antiguo no es una rama frecuente de encontrar en las colecciones públicas argentinas y escasamente en las privadas, dado que el gusto del coleccionismo local se inclinó hacia la pintura más que a la obra gráfica y al dibujo, con un interés marcado en el arte del siglo XVIII y XIX.


En la muestra se propone un recorrido cronológico centrado principalmente en las obras de Martin Schongauer (Colmar, ca. 1430 - Breisach, 1491), Albrecht Dürer (Núremberg, 1471 - 1528), Peter Paul Rubens (Siegen, 1577 - Amberes, 1640), Anton van Dyck (Amberes, 1599 - Londres, 1641) y Rembrandt van Rijn (Leiden, 1606 - Ámsterdam, 1669), y en los grabadores e impresores y editores que trabajaron con ellos. Así, se diferencia el grabado de composición creativa, como en el caso de Rembrandt, del que reproduce un original pictórico como en el caso de Rubens. Se exhiben grabados realizados en madera y en cobre, al buril y al aguafuerte.


Shongauer fue de los primeros grabadores en introducir el tono, es decir, la variación en la frecuencia y el carácter de las líneas para sugerir sombras y diferencias de matiz entre el blanco y el negro, dentro de las restricciones de la monocromía. Se puede percibir esta cualidad en el San Martín de Tours, expuesto en San Juan. La selección de grabados de Dürer en la exposición permite comprender la evolución de su carrera. Esta fue marcada por los viajes a Italia (Venecia, 1494-1495 y Venecia y Roma, 1504-1507), donde acrecentó su formación humanista y observó la obra de sus contemporáneos. Las huellas de la vivencia en Venecia pueden observarse en las estudiadas poses, vestimentas y armas de las figuras del Grupo de cinco soldados a pie y un turco a caballo. También se exhibe la entalladura Sansón y el león, de notable virtuosismo técnico, y en cuanto a estampas que formaron parte de una edición se incluye en la muestra una impresión de La Natividad, uno de los veinte grabados en madera que ilustraban el libro La Vida de la Virgen, en la que destaca la casa en ruinas en contraste con la ciudad medieval del fondo, y otra de La Flagelación, correspondiente a la serie de doce que integran La Gran Pasión. Entre el primer y segundo viaje a Italia, en 1504, Dürer realizó al buril Adán y Eva donde manifiesta el interés por las proporciones en la representación del cuerpo humano: la armonía y el canon clásico del Apolo del Belvedere se encarna en Adán, mientras que Eva es una Venus. La impronta renacentista italiana se fusiona con el detallismo del paisaje de fondo a la manera del norte. Tras su segundo viaje a Italia, ejecutó al buril sus famosas Meisterstiche, las estampas maestras, en la exposición se presenta una de las tres: El caballero, la muerte y el diablo.


Albrecht Dürer: Sansón y el león. [Ca. 1497-1498] Grabado en madera. Medidas: 38,4 x 28 cm. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.



En el acervo del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, donde se despliega la muestra, se conserva el grabado San Joaquín es rechazado por el Sumo Sacerdote: el papel amarillento presenta en su parte inferior un número de plancha, en este caso “1”, tal como en el segundo estado de las impresas por Marcantonio Raimondi, quien fue demandado por Dürer por la copia de sus obras; uno de los primeros juicios donde un artista reclama sus derechos de autor. Esta estampa forma un pequeño núcleo veneciano, junto al San Jerónimo de Cornelis Cort, grabador holandés activo en Venecia en el taller de Tiziano. En este caso se exhibe una estupenda reproducción al buril de la pintura de Girolamo Muziano, con registro del impresor Bonefattio Breggi al Melone doro en Roma.


Marcantonio Raimondi: San Joaquín es rechazado por el Sumo Sacerdote. [Ca. 106-1508] Buril. Medidas: 28,8 x 21 cm. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.

 


A partir del siglo XVII, el grabado en madera fue prácticamente sustituido por planchas calcográficas, con predominio del aguafuerte y el buril. Estas técnicas, al igual que la punta seca, proporcionaron la posibilidad de lograr los efectos de las pinturas barrocas mediante sutiles surcos en planchas de cobre, matrices aptas para ser estampadas en papeles de mayor tamaño. Esto modificó el mercado de las estampas: Flandes desplazó a Alemania como el gran centro de producción gráfica, por la acción de editores establecidos en Amberes con amplias redes comerciales para distribuir por Europa y América, en competencia con otras imprentas establecidas en Roma, Venecia y París. Peter Paul Rubens obtuvo grandes réditos económicos como artista y también como diplomático al servicio de la corte de Isabel Clara Eugenia y el Archiduque Alberto de Habsburgo. En su prestigioso taller llevaba a cabo grandes encargos pictóricos, y también prestaba cuidado a la reproducción de las pinturas en estampas. La circulación a un precio accesible trataba de evitar las falsificaciones y controlar el comercio de las copias con obras de calidad sobre papel, para ello contrató eximios grabadores, que producían bajo su control pero sin su intervención directa en la realización técnica. Entre los grabadores que reprodujeron la obra religiosa de Rubens y su discípulo Anton van Dyck, en el espíritu de la Contrarreforma se destacan Lucas Vorsterman, Paulus Pontius, los hermanos Böetius y Schelte à Bolswert, y los hermanos Nicolaas y Coenrad Lauwers, entre otros. Se exponen además retratos, escenas mitológicas y paisajes.


A diferencia de Rubens, Rembrandt no tuvo como objetivo principal el grabado de reproducción de sus pinturas, aunque lo llevó a cabo por corto tiempo con su discípulo Jan Joris van Vliet. En cierta forma, sus grabados mantienen una proximidad mayor con sus dibujos –sin los que no puede comprenderse su pulsión creativa- que, con las pinturas, aunque también desde la exploración de los recursos técnicos haya buscado la posibilidad de reproducir en la estampa la fuerza de sus claroscuros. Se exponen en San Juan sus célebres autorretratos, los retratos de su madre, y de su mujer Saskia. Otra imagen distinta de Saskia surge en La gran novia judía que no debe considerarse un retrato ya que ha posado como modelo de Ester para un tema de la historia bíblica. La muerte de la Virgen, ejecutado en 1639, el mismo año del autorretrato, presenta una compleja composición resuelta en la sutileza de las líneas en novedoso juego de luces y sombras. Para finalizar el recorrido por la historia de dos siglos del grabado del norte de Europa, nada mejor que posar la mirada en tres grabados tempranos de Rembrandt, cuyo asunto permite aproximarse a la cultura popular y su risa, luego de habernos detenido en los retratos de nobles y burgueses, en los temas religiosos y mitológicos y en la percepción novedosa del paisaje.


La segunda sección de la exposición se dedica a la obra de Victor Delhez (Amberes, 1901 - Mendoza, 1985). Delhez desarrolló cada imagen como parte de una serie mayor elaborada, en muchos casos, a lo largo de los años. Si al inicio, en Amberes, organizó sus linóleos de figuración moderna en carpetas, principalmente retratos y animales, luego no puede deslindarse su producción –más de 1500 obras– de sus lecturas literarias y de su espiritualidad cristiana. El homenaje al grabador belga, figura notable del arte argentino, se proyectó por los 120 años de su nacimiento en Amberes. Reunir su obra con el grabado antiguo de su territorio natal propone remarcar que aquellas estampas no permanecieron en el pasado: a lo largo del tiempo fueron objeto de estudio y de goce.


La iconografía de temas bíblicos y la reflexión cristiana sobre el mundo y la muerte es otro punto esencial de la relación de Delhez con la historia del grabado. Con sus antecesores comparte el convencimiento de la función de la imagen como herramienta en la discusión religiosa. Si aquellos actuaron en las disputas religiosas de la reforma y contrarreforma, Delhez actuó en el conflicto de la verdad de su fe con la modernidad liberal. Desde su virtuosismo en la técnica y su imaginario desbordante transitó entre las formas de los estilos modernos sin mitigar nunca la certeza del dogma.


Victor Delhez: Cartas a las Siete Iglesias. Libro de la Revelación. Serie del Apocalipsis. [1949/1957] Xilografía. Medidas: 40 x 33 cm. Fotografía: Gentileza Museo Franklin Rawson.



Se expone una selección de la carpeta realizada en Amberes en 1925 –su carta de presentación en Buenos Aires al año siguiente-, de las ilustraciones de Les fleurs du mal de Baudelaire exhibidas en Amigos del Arte en 1932 y 1933, de la extraordinaria serie Danza Macabra y de las ilustraciones para Las mil y una noches argentinas de Draghi Lucero. A estos conjuntos se enfrenta el despliegue íntegro de la serie del Apocalipsis, realizada entre 1949 y 1957, montada junto a los tacos de madera para que el público pueda apreciar el dominio del artista flamenco-argentino.


El catálogo –que se presentará en la próxima Feria del Libro- incluye un texto de mi autoría, como curadora de la muestra, más un testimonio sobre Delhez escrito por sus hijos y un ensayo crítico sobre las relaciones de Delhez y el renacimiento católico, firmado por Roberto Amigo, coordinador de la exposición. Exposición y catálogo cuentan con el apoyo de la embajada del Reino de Bélgica en la Argentina y de la empresa Jan de Nul, sponsor principal. 



* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios.



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