La colección de Carlos Alberto Pueyrredon

Grabado en cobre. En la fantasía del ilustrador, Buenos Aires asediada por los aborígenes locales que también atacaron las naves españolas. En la crónica de Ulrich Schmidl impresa en Núremberg, en 1599.


Portada de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes Saavedra, impreso en 1605. Un ejemplar de esta primera edición se destacaba en la biblioteca de Carlos A. Pueyrredon. Fotografía: Gentileza Museo Casa Natal Cervantes.


Una de sus más importantes contribuciones, el libro 1810 La Revolución de Mayo según amplia documentación de la época, Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1953.


Guillermo Palombo

 

Miembro Emérito del Instituto Argentino de Historia Militar, integrante del Grupo de Trabajo de Historia Militar de la Academia Nacional de la Historia, Académico Correspondiente de la Academia Sanmartiniana y del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, ex presidente del Instituto de Estudios Iberoamericanos.

 

Su producción impresa sobre diversas disciplinas (libros, folletos, capítulos en obras colectivas, artículos en revistas especializadas y diarios) supera los 300 títulos. Acaba de presentar Uniformes del Ejército Argentino (Lilium Ediciones, Buenos Aires, 2023), un estudio de consulta ineludible sobre el tema. LEER MÁS


Por Guillermo Palombo *

El hombre


Carlos Alberto Pueyrredon nació en Buenos Aires el 18 de julio de 1887. Fueron sus padres Julio Pueyrredon Carneiro Fontoura y Victoria Lynch García. Realizó sus estudios primarios y secundarios en un colegio inglés y en el Nacional Norte de Buenos Aires. Ingresó a la Facultad de Derecho, practicó en el estudio de su padre como procurador, en 1910 obtuvo el título de abogado y luego el de Doctor en Jurisprudencia. Se destacó en la actividad privada como empresario: en el campo, la banca, y el ramo de los seguros. Ingresó a los 19 años a la Unión Cívica Radical, pasó luego a las filas del antipersonalismo y del conservadurismo después. Sobrino de Honorio Pueyrredón, destacado político radical casado con una hermana de Carlos Saavedra Lamas, en 1920 el presidente Marcelo T. de Alvear lo designó como delegado ante la Liga de las Naciones. En 1932 fue elegido diputado Nacional por el Partido Demócrata Nacional. Durante cuatro años desplegó en el Congreso intensa actividad legislativa; sumamente conciso, se caracterizó por rehuir controversias teóricas o triviales. En sus cuatro años de mandato fundó o suscribió ciento veintiocho proyectos, fuera de treinta leyes promulgadas, ocho de iniciativas directas suyas y las veintidós restantes de legisladores amigos y Ministros del Poder Ejecutivo, que impulsó en la Cámara hasta obtener sanción definitiva. Fue enviado extraordinario de la Misión Especial a Italia en 1933. 


Durante la presidencia de Ramón S. Castillo desempeñó el cargo de Intendente Municipal de Buenos Aires entre el 6 de diciembre de 1940 y el 11 de junio de 1943: saneó las finanzas, realizó una importante obra social, inauguró el Hospital Fernández e impulsó las obras del Argerich, adquirió la residencia de los hermanos Noel en la calle Suipacha e hizo de ella un Museo en el cual alojó las colecciones reunidas por Isaac Fernández Blanco, compró la antigua chacra de los Saavedra Zelaya en la Avenida General Paz, y con la ayuda de su esposa en dos meses la casa fue arreglada, alhajada e inaugurada como Museo Histórico Brigadier General Cornelio de Saavedra. Y cuando se le preguntó el porqué del éxito de su gestión respondió: «¡Muy fácil… no robar, no dejar robar, y no hacer macanas». La innecesaria y torpe Revolución de 1943 truncó esa labor. Cuando las nuevas autoridades le pidieron que continuara al frente de la Intendencia, Pueyrredon se negó a servir a un gobierno ilegal y autoritario surgido de la fuerza. Una plazoleta del barrio de Palermo lleva su nombre.


Retrato de Carlos Alberto Pueyrredon.


Formó su hogar en 1915, cuando contrajo matrimonio con Silvia María Dolores Saavedra Lamas. Falleció en Buenos Aires el 16 de julio de 1962. Le sucedieron su viuda, fallecida en 1975, y sus hijos Silvia P. de Elizalde (1916-1987), Julio Alberto (1918-2007), Victoria (1920-2008) e Inés P. de Amadeo.


El historiador


Publicista de nota, su bibliografía principal comprende 144 títulos, entre libros, folletos, artículos y trabajos diversos [1] destacándose entre ellos los dedicados a los precursores de la independencia, en particular a la vida del venezolano Francisco de Miranda y la influencia de su prédica en el Río de la Plata, las invasiones inglesas, la Revolución de Mayo, las campañas de San Martín, la historia de las relaciones diplomáticas y la actividad de Juan Martín de Pueyrredón en todos esos momentos históricos. Pero, a mi juicio, su libro mejor logrado es el que en 1952 dedicó al año crucial de 1810 [2].


En 1934 fue designado miembro de número de la Junta de Historia y Numismática Americana. A fines de 1959 fue elegido presidente de esa corporación, ya convertida en Academia Nacional de la Historia, y en octubre de 1960 presidió el Tercer Congreso Internacional de Historia de América, con asistencia de más de trescientos delegados de Europa y de nuestro continente. También perteneció al Instituto Nacional Sanmartiniano, la Sociedad de Historia Argentina, el Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades. Y fue Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia de España y de las Academias, Nacional de la Historia de Venezuela, del Ecuador, Chilena de la Historia, de los Institutos Histórico del Perú e Histórico y Geográfico del Uruguay y de otras entidades.


El bibliófilo


Rendido admirador de la belleza del libro, tanto en su forma (impresión, papel, encuadernación [3]) como en su calidad: materia, autoridad de autor, garantía de buena producción, valor intrínseco de la obra[4]. Para lograr las piezas más valiosas de su colección mantuvo correspondencia con más de cien libreros de todo el mundo. Poco antes de la segunda guerra mundial se supo en Buenos Aires que un coleccionista argentino (que probablemente fuera Pueyrredon) adquirió en Londres en la suma de 15.000 pesos argentinos un ejemplar del Quijote [5].


Su vínculo con la materialidad del libro. Una exposición de encuadernaciones especiales con un texto de su autoría.


Y como no hay bibliófilos sin libreros e impresores, Pueyrredon los conocía a todos y los vio desfilar en 1943 por la Feria del Libro celebrada en Buenos Aires durante su intendencia municipal.


Fue uno de los miembros sobresalientes de la Sociedad de Bibliófilos Argentinos, y si los estudios históricos fueron su preocupación dominante aplicó el criterio de bibliófilo a su propia obra impresa, como lo demuestra el siguiente colofón de uno de sus libros: «La Campaña de los Andes / por el / Doctor Carlos A. Pueyrredon / se terminó de imprimir / en los talleres / de la / S. A. jacobo Peuser, Ltda. / Buenos Aires / República Argentina./ En la primera quincena del mes de Febrero de mil novecientos cuarenta y dos. / Se emplearon para la composición de su texto caracteres Garamond y Bodoni, / siendo estampados en prensas de impresión tipográfica. Las cartas autógrafas y las / láminas a cuatro colores y negro fueron ejecutadas en ofset. De esta obra se han / tirado mil quinientos diez ejemplares, de los cuales diez, fuera de comercio, sobre papel Verjurado acremado, de puro hilo, de ciento veinticinco gramos, manu- / facturado por Wiggins Teape y Alex Pirie, marcados con las diez primeras letras / del abecedario; los cinco primeros fueron reservados para el autor y los res- / tantes para los editores. Seiscientos en papel Evensyde de ciento veinticuatro / gramos, señalados del I al DC. y novecientos que constituyen la edición ori- / ginal, en papel Evensyde de ciento cinco gramos, / numerados del l al 900» [6].


La colección


En su casa de Avenida Las Heras 2525 (demolida en 1987), Pueyrredón reunió una biblioteca de 10.000 volúmenes, dividida en secciones dedicadas a la historia americana (que incluía libros de viajeros que estuvieron en la Argentina), incunables, romances de Caballería, obras de Cervantes, y un valioso archivo documental.


Los volúmenes encuadernados llevaban adherido su ex libris: de 87 x 67 mm., dentro de un marco de líneas en forma de rúbricas reproduce un cuadro al óleo con su retrato, lleva la inscripción Ex Libris, y debajo el nombre de su propietario: Carlos A Pueyrredon. El retrato mencionado lo muestra en su despacho, sentado, y sobre una mesa ejemplares del Quijote. 


En 1942 Pueyrredon proporcionó a la recordada revista Saber Vivir una descripción de su biblioteca, que se publicó ilustrada con numerosas vistas fotográficas [7] y en 1948 el conocido cervantista español don Juan Sedó al incorporarse a la Academia de Bellas Letras de Barcelona, expuso sintéticamente los elementos más valiosos de esa colección [8].


Incunables


Refiere Sedó, admirativamente, respecto del material bibliográfico reunido por Pueyrredon: «Su biblioteca -aparte lo cervantino- reúne también ejemplares rarísimos -cuarenta incunables, entre ellos dos ejemplares en castellano de la Crónica de Nuremberg, los cinco libros de Séneca y las coplas de Juan de Mena». Incunable (del latín incunabulum: cuna o comienzo), es calificación aplicable a todo libro impreso entre 1450 (fecha de invención de la imprenta) hasta 1500 o 1520. Sedó se refiere a Los cinco libros de Lucio Anneo Séneca, traducción de Alonso de Cartagena, impresa en Sevilla por Meinardo Ungut y Estanislao Polono, en 1491; a Las Trescientas de Juan de Mena (Sevilla, 1496), y  a las famosas Cronicas de Núremberg (Liber chronicarum o Die Schedelsche Weltchronik, o Crónica mundial de Schedel) que narra la historia universal desde la creación hasta lo que nombra como, "el fin del mundo", publicado en 1493 por Hartmann Schedel, físico y humanista alemán de Núremberg, con ilustraciones de Michael Wolgemut y Wilhelm Pleydenwurff, editado por Anton Koberger, en esa ciudad alemana el 12 de julio de 1493 con numerosos grabados de centros urbanos de la época y con uno de los primeros mapas impresos de Alemania .

 

Viajeros


Prosigue Sedó: «cuenta asimismo con otra sección en la cual figuran las obras que describen su ciudad natal, publicadas por viajeros que visitaron Buenos Aires. Esta sección consta de unos 300 libros y comienza desde el primitivo de Ulderic Schmidel, que fué a dicha ciudad con don Pedro de Mendoza, y acaba en los últimos recientemente aparecidos e infinidad de libros referentes a la Argentina en general». Se refiere a Warhafftige Historien Einer Wunderbaren Schiffart welche Ulrich Schmidel von Straubing von Anno 1534 bis anno 1554 in Americam oder Newenwelthy Brasilia und Rio de la Plata Getham, impreso en Núremberg por Levini Hulsii en 1599. Su portada, grabada, representaba al autor montado en una llama escoltado por dos indios, gran escudo de armas, un mapa plegado de Sudamerica fechado en 1599, retrato del autor y quince grabados con vistas de Buenos Aires, costumbres de los indios del Río de la Plata, combates entre indios y conquistadores, etc. Schmidel participó del asentamiento de Buenos Aires con don Pedro de Mendoza en 1536 y esos grabados son las primeras representaciones gráficas de Buenos Aires que se conocen.


Documentos históricos


El erudito coleccionista español Sedó nos informa que «No menor importancia reviste su magnífica colección de documentos históricos argentinos, entre ellos la colección completa de los impresos de la época de la Revolución de mayo de 1810, así como todos los bandos y proclamas del general Juan Martín de Pueyrredón cuando presidió los destinos de su país (1816-1819)». En el conjunto documental sobresalían las cartas ejecutorias de hidalguía de sangre sobre pergamino, con iniciales y capitulares miniadas, escudos de armas y paisajes en colores. Una de ellas, expedida por mandato de Felipe II, Rey de España, Portugal etc. a favor de Alonso de Ureña de Aguado vecino de la Villa de Cañete el 20 de Abril del año 1570, tenía la siguiente nota manuscrita firmada por C. A. Pueyrredon: «Antecesor directo mío, por su abuelo paterno de María Maldonado de Torres casada con Diego de Villaroel… (Ver Calvo IV p. 361)». Otra fue expedida por mandato del Rey Felipe II en Valladolid el 22 de junio de 1571 a favor de los vecinos Juan y Diego de Pancorno de la villa de Ameyugo. Una tercera de 1685 fue otorgada a Francisco, Rodrigo y Luís Merino de Bargas (o Vargas) por mandato del Rey Carlos II.


De la valiosa serie de documentos sobre las invasiones inglesas destaco el no por conocido menos raro impreso fechado en Buenos Aires el 2 de noviembre de 1807: "Legión de Patricios de Buenos Aires / Estado de la fuerza con que se hallaba esta Legión en los días en que los Enemigos invadie / ron esta Capital, en Junio de 1807, según la Revista del mes de Junio del mismo año”. / Plana Mayor / Comandantes: (Llave) 1º D. Cornelio de Saavedra. 2º D. Estevan Romero. 3º D. José Domingo Urien». Se menciona a los Oficiales y numero de Suboficiales y tropa de cada batallón, una nota final está suscripta por el sargento mayor Juan José Viamonte.


En cuanto a los documentos sobre la Revolución de Mayo vale mencionar, entre tantos, uno de los rarísimos ejemplares con la convocatoria el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, esquela o formulario impreso en los Expósitos (en su variante «Arroyo») completado a mano, en este caso destinado a Pedro Viguera. Tesorero de la Real Hacienda. Las variantes de las convocatorias impresas para poder pasar a la votación fueron, según algunos, para favorecer a los patriotas y provocar el supuesto fraude y sus variantes suscitaron importantes estudios. De interés para la historia cultural resulta un pliego manuscrito de una carilla, con la orden de la Junta al Gobernador de Córdoba, firmada por Saavedra y Moreno, fechada en Buenos Aires el 22 de agosto de 1810, ordenando el embargo de los bienes pertenecientes a los conspiradores de Córdoba, disponiendo que se encajonase toda la biblioteca («librería») del Obispo Orellana y todos los libros de los demás reos, «remitiéndolos en primera oportunidad…». En el margen se dejo constancia fechada en Córdoba el 4 de octubre: «se remitirá la factura de doce cajones Nº 1212»; y al dorso: «Se remiten a la Capital Los Libros secuestrados… de los conjurados». El 26 de agosto la Junta nombró Gobernador de Córdoba a Juan Martín de Pueyrredón.


Colección cervantina


La sección cervantina, que según referencia de 1942 incluía 400 ediciones del «Quijote», 241 de ellas en castellano, de los siglos XVII y XVIII, especifica Sedó en 1947: «Concretándonos al aspecto cervantino, hemos de consignar que su magnífica colección de ediciones del Quijote- solamente españolas - constaba de 371 distintas en fecha de 20 de mayo de 1947, sin descartar las dos de Lisboa de 1605, la segunda de Madrid y la primera de Valencia, todas ellas de 1605, a las que hay que añadir también por su rareza e importancia las de Bruselas 1607, Madrid 1608, Milán 1610, Bruselas 1611, Madrid 1615; príncipe de la Segunda parte, Bruselas 1616, y 2 de Barcelona y 1 de Lisboa de 1617, hasta un total de 24, que yo sepa, correspondientes al siglo xvii, todas ellas hoy muy difíciles de hallar».


A ello debemos agregar el alto valor económico de la colección. Para tener una ligera idea, baste con decir que en diciembre de 2022, durante una subasta organizada por Sotheby's en París, se vendieron por un precio conjunto de 504.000 euros, incluyendo gastos y comisiones, la tercera edición de 1608 y la primera de la Segunda Parte del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha, de 1615, encuadernados en un mismo volumen, que  habían pertenecido al coleccionista y diplomático boliviano Jorge Ortiz Linares, quien los había adquirido en Londres el 21 de diciembre de 1936, el primer ejemplar  por 100 libras y el segundo por 750.


Sabido es que las primeras ediciones del Quijote impresas en vida de Miguel de Cervantes son el máximo galardón del coleccionismo de libros en español. Si además de lo mencionado por Sedó pasamos una revista más completa, teniendo presente para evaluar el grado de rareza los restantes ejemplares conocidos existentes en otras bibliotecas por esos años, resulta que de 24 ediciones realizadas en el siglo XVII Pueyrredón poseía las que enumero por el lugar de impresión, tanto dentro como fuera de España. En Madrid: ambas partes (1ª. y 2ª.) por Juan de la Cuesta, Madrid, 1605 (príncipe de la primera parte) y 1615 (príncipe de la segunda parte) de las que se conocía la existencia de 8 ejemplares de la primera y 11 de la segunda; la segunda (1605); la tercera (1608) por Juan de la Cuesta, que fue la última corregida por el propio Cervantes (existían 14 ejemplares). También las de Madrid de 1636-1637 y 1647 (de ambas se conocían 3 ejemplares); 1662 por la Imprenta Real (se conocían 2 ejemplares); y 1674, la primera ilustrada impresa en España (se conocían 5 ejemplares). En Lisboa: de 1605 las dos impresas por Jorge Rodríguez y Pedro Crasbeeck (se conocían 8 ejemplares en conjunto), y la de 1617. En Barcelona: dos de 1617, por Sorita la primera parte y por Malevat la segunda (se conocían 4 ejemplares completos). En Valencia: la primera impresa en 1605 por Pedro Patricio Mey (los catálogos registraban 15 ejemplares conocidos). Pasemos ahora a las ediciones impresas fuera de España. En Bruselas: las de 1607 por la imprenta Velpius (uno de los diez ejemplares conocidos), 1611 por la imprenta Velpius y Antonio (uno de los 9 ejemplares conocidos), 1616 (uno de los 9 ejemplares conocidos); 1617 (había 6 según los catálogos); y la impresa Juan Mommaerteor en 1662, que es la primera castellana ilustrada (se conocían 6 ejemplares). En Amberes: las de 1672-1673 (había 7 ejemplares conocidos), 1697 por la imprenta de Henrico y Cornelio Verdussen y otro de la misma fecha y ciudad, pero impreso por Juan Bautista Verdussen (de ambos se conocían 3 ejemplares). De Milán: la de 1610 por la imprenta Locarni (se conocían 8 ejemplares).


De las ediciones del siglo XVIII habría mucho que decir, pero vale la pena mencionar la rarísima edición de Lisboa impresa en 1775 por los hermanos De Beux, Lagier y Socios, de la que la Hispanic Society of America suponía que existía solamente su ejemplar, sin embargo, Pueyrredón contaba con otro: eran dos volúmenes en perfectas condiciones de conservación. En oportunidad de realizarse la Exposición del Libro en 1940 expuso, según reza el catálogo respectivo, The life and exploits and the ingenous gentleman Don Quixote de la Mancha, Londres, J. y R.  Thonson, 1738. 4 tomos; tipo romano, ilustrado por un retrato y 26 láminas de página entera, originales de Vanderbank, grabadas al buril por Philipp Simms y T. Chambers [9].  


El expresidente Marcelo T de Alvear le obsequió con un ejemplar que le fuera regalado por el Rey de España con motivo de la visita que le hizo como presidente electo, ejemplar numerado de la edición especial en cuatro tomos de Rodríguez Marín, impresa en 1915.


Cabe recordar que, en septiembre de 1942, el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades proyectó exponer las colecciones de ejemplares del Quijote de Pueyrredon y de ejemplares del Martín Fierro de Guillermo Moores.


Aporta, finalmente, Sedó: «Figuran además buen número de ejemplares de ediciones del Viaje del Parnaso, comenzando por un ejemplar de la edición príncipe, y varias y muy importantes también de las Novelas ejemplares y del Persiles; algunos ejemplares, no menos importantes, de libros de caballerías, y un ejemplar de la príncipe de Avellaneda». Cabe aquí agregar que la edición príncipe de Avellaneda motivó un serio estudio de su poseedor [10].


Libros de caballerías


En la biblioteca de un cervantista como Pueyrredon no podían faltar algunos ejemplares de los más de setenta conocidos libros del género llamado «de caballerías», inconfundibles en su configuración externa por la uniformidad en su formato en folio, con portadas en que sobresale llenándolas una estampa xilográfica, con el grabado del caballero jinete, un motivo heráldico, u otros como  un príncipe portando los atributos de la realeza y escenas cortesanas. Y a ello se suma en el texto la letra gótica en la que fueron impresos, la disposición del texto a doble columna, la inicial adornada y los grabados que ilustran algunas de sus páginas. Fue un género que floreció en España desde finales de siglo XV y hasta las primeras décadas del XVI, dedicado a relatar las proezas y hazañas de héroes de ficción. No ha de olvidarse que eran lectura predilecta del imaginario hidalgo manchego Alonso Quijano que los atesoraba en su biblioteca. Al fin de cuentas, el Quijote fue un nuevo libro de caballerías que superó al género editorial que lo vio nacer, y en su segunda parte Cervantes superó el género literario que daba sentido a su obra y sentó las bases de la novela moderna.


Destino de la colección


Años después de su muerte, ocurrida en 1962, parte la colección Pueyrredon se dispersó en diversas subastas y el resto quedó en su familia. Hasta donde se, hubo una primera venta de ejemplares del Quijote, que recuerdo bien figuran en un catálogo que tengo en mi biblioteca, pero no puedo encontrarlo, y no recuerdo sus datos con precisión. En años recientes, libros y documentos de esta señorial colección, salieron a la venta en los remates núm. 1840 de Posadas Remates S. A. Bullrich Gaona y Guerrico, realizado en Julio de 1994, y núm. 140 de la nueva firma Bullrich, Gaona y Wernicke, llevado a cabo en julio de 2007.


Notas:

1. Juan Ángel Farini, “Bibliografía del Dr. Carlos Alberto Pueyrredon”,  en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, vol. XXXIII (1962), Primera Sección, Buenos Aires, 1963, pp. 237-269.

2. Carlos A. [lberto] Pueyrredon, 1810 La Revolución de Mayo según amplia documentación de la época, Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1953. 657 páginas y 111 facsímiles de impresos y manuscritos.

3. Carlos A. [lberto] Pueyrredon. Sobre libros viejos. Exposición de grandes encuadernaciones. Salón Kraft, Buenos Aires, setiembre 26 de 1945. 15 + una páginas)

4. Carlos A. [lberto] Pueyrredon, Bibliófilos y libreros anticuarios. Publicado en La Nación del domingo 15 de diciembre de 1957. Buenos Aires, 1958.  16 páginas. Al final se consigna la nota elevada por la Academia Nacional de la Historia al Sr. Ministro de Educación, de enero 7 de 1958 y los Decretos Leyes Nos. 4831 y 5405 de la Provincia de Buenos Aires relacionados con la transmisión de libros, revistas, diarios y periódicos.

5. “Los viejos libros de Inglaterra” en Biblos. Órgano oficial de la Cámara Argentina del Libro, año II, núm. 10, Buenos aires, enero-febrero de 1944, p. 11.

6. Carlos A. [lberto] Pueyrredon, La campaña de los Andes. Cartas Secretas e Instrucciones reservadas de Pueyrredon a San Martín, Buenos Aires, Sociedad Anónima Jacobo Peuser, 1944. Una + 7l + dos + 181 + doce páginas. Con tres retratos, 181 facsímiles y un plano de la batalla de Maipú, sin foliar.

7. “La colección de Quijotes del Dr. Carlos Pueyrredon”, en Saber Vivir, núm. 6, Buenos Aires, 1941, p. 16-20.

8. Juan Sedó Peris Mencheta, Contribución a la historia del coleccionismo cervantino y caballeresco. Discurso leído el día 14 de marzo de 1948 en la recepción pública de Don… y la contestación del académico numerario Don Martín de Riquer, Barcelona, Real Academia de Buenas Letras, 1948, p. 99-101.

9. Catálogo de la Exposición del Libro. Que se celebra en la ciudad de Buenos Aires bajo los auspicios del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública para conmemorar el Quinto Centenario de la Invención de la Imprenta, por Teodoro Becú, Buenos Aires, Talleres Gráficos de Guillermo Kraft Ltda., Sociedad Anónima,1940, p. 109. Al incluirse en la mencionada página entre las ediciones inglesas el ejemplar del Quijote de Pueyrredon, al título en inglés le fue agregada la descripción correspondiente a la edición de 1738 en cuatro volúmenes e idioma castellano, que es la primera edición de lujo del Quijote, cuando debió corresponder la relativa a la edición en inglés, que es de 1742 y en dos volúmenes. La circunstancia de que ambas hayan sido impresas en Londres por la casa editorial de Jacob Tonson, especializada en obras lujosas de grandes autores ingleses, tal vez explique la trocatinta del inventariador

10. Carlos A. [lberto] Pueyrredon, El falso Quixote, Madrid, Gráficas Orbe, 1961. Una + 11 + tres páginas.


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