El remate que hizo historia

Paul Cézanne: La Montagne Sainte-Victoire. 1888 - 1890. Fotografía: Gentileza Christie´s Images.



Vincent Van Gogh: Verger avec cyprès. 1888. Gentileza Christie´s Images.



Georges Seurat: Les Poseuses. Ensemble (versión Petite). 1888. Fotografía: Gentileza Christie´s Images.



Sonia Decker


Directora de CONSULTART/dgb, consultora con más de treinta años de actuación en el mercado de arte local. 


Licenciada en Publicidad (USAL). 


Fue Perito judicial en Arte, y Profesora de “Mercado del Arte” en las Universidades del Salvador y del Museo Social Argentino.


Integró el grupo fundacional del Museo de Arte Tigre, teniendo a su cargo la adquisición de las obras de su colección permanente.


Artista pintora, ha realizado sus últimas muestras individuales en las galerías VYP, Arroyo y Librería Menéndez.


Por Sonia Decker

La pandemia paralizó al mundo en 2020. Casi todos los mercados sucumbieron salvo aquellos vinculados a la salud y sus derivados. Cambiaron los paradigmas, nos convertimos en seres absolutamente vulnerables frente a la muerte que podía suceder en cualquier momento y en cualquier parte. El mercado del arte, generalmente es de los primeros que sufren durante estas crisis universales, pero también suele recuperarse con cierta facilidad. Las casas de subastas, las galerías, las ferias se llamaron a un obligatorio silencio en un primer momento, y cuando la luz de la esperanza se vio al final del túnel, todas se reinventaron para resucitar a través de la virtualidad. El golpe fue durísimo a nivel internacional, pero mucho más lo fue en nuestro ya vapuleado mercado local, donde los precios casi agónicos, tuvieron que insertarse en una realidad que ningún operador estaba dispuesto a reconocer como válidos.


Los meses pasaron, y nos encontramos en un tiempo donde suponemos y deseamos que el Covid 19 haya dejado de afectar nuestra existencia volviendo a una cierta normalidad. Con dificultades de toda índole, la mayoría de los mercados volvieron a su accionar habitual.


Y fue el arte, el que dio la gran sorpresa a nivel mundial con la venta de la Colección de Paul Allen, cofundador de Microsoft junto a Bill Gates realizada en la casa Christie´s de Nueva York en dos sesiones que tuvieron lugar en el Rockefeller Center los días 10 y 11 de noviembre próximo pasados. Se estima que Allen tenía una fortuna de más de 20.000 millones de dólares cuando falleció en 2018. Después de su muerte, la Fundación pasó a manos de su hermana Jody, quien ha ido vendiendo gradualmente su patrimonio. Allen funda Microsoft en 1975, y no comenzó a coleccionar arte hasta principios de la década de 1990 después que visitó la Tate Modern en Londres. Fue así como surgió en él la idea de coleccionar obras de calidad museo. Comenzó de esa manera a seleccionar pinturas y esculturas que abarcaron desde Botticelli a Hockney, y especialmente varios paisajes y escenas de Venecia de las que la subasta incluyó ocho. Fue un coleccionista reservado, solitario, y se desconoce con exactitud el tamaño completo de su Colección.


La primera sesión por sí sola, ha superado con creces el récord anterior de 922 millones de dólares, establecido hace seis meses por la casa Sotheby´s al dispersarse la colección de Harry y Linda Macklowe, cuyo acuerdo de divorcio incluía la liquidación de la misma.  


Compuesta por 155 piezas que abarcan quinientos años de la historia del arte, la recaudación de la venta se destinará íntegramente a obras benéficas como aquellas que se dedican al cuidado de los océanos, la ayuda de la gente sin techo, y el impulso de la investigación científica tal como lo dispusiera Paul Allen antes de fallecer.  


Las expectativas de venta fueron ampliamente superadas dada la calidad de las piezas y su belleza. La “Montagne Sainte Victoire” de Paul Cézanne, obra paradigmática del pre cubismo, alcanzó los 138 millones de dólares con impuestos incluidos. Un paisaje de Arles de Van Gogh llegó a los 117 millones de dólares, y el “Bosque de abedules” de Gustav Klimt fue subastado en 105 millones de dólares. Allen lo había pagado exactamente la mitad en 2006 en una suma equivalente a 40 millones de la época. Cabe destacar, que la pieza más pujada de la subasta ha sido un delicado cuadro de Georges Seurat, una versión de 1888 de “Las modelos. Ensamble”, considerada una obra cumbre del puntillismo y una de las pocas en manos privadas. El precio alcanzado fue de 149,24 millones de dólares. En la composición tratada con un planteo refinadísimo, se advierte en el extremo izquierdo de la obra, parte de la “Grande Jatte”, pieza fundamental de su producción cuya mejor versión se encuentra en el Art Institute de Chicago.


Además del récord de 1622 millones de dólares logrado por la colección Allen en sí misma, más de veinte artistas superaron sus propios topes. Entre ellos Paul Gauguin (105,7 millones de dólares), Jasper Johns (55,3 millones de dólares), Diego Rivera (14,1 millones de dólares), Brueghel (8,6 millones de dólares), John Singer Sargent (3,6 millones de dólares para una pequeña acuarela sobre papel) y el argentino Guillermo Kuitca (567.000 dólares) con sus “Diarios”, 19 tondos realizados entre 2000 y 2005, y exhibidos en 2007 en la Bienal de Venecia.


Jan Brueghel el Joven: El oído. Fotografía: Gentileza Christie's Images.



La subasta de la Colección Allen estaba llamada a ser por definición de Christie´s “la mayor y más excepcional de la historia”. Sin dudas, fue la más cara de la historia perteneciente a un único propietario. En este caso, un ávido coleccionista que escogía personalmente las obras, sin recurrir a asesores, y que establecía con ellas una relación íntima y cotidiana.


El análisis del mercado siempre nos lleva a hacer un poco de historia. Recuerdo que el primer cuadro en superar el millón de dólares fue el “Retrato de Aristóteles” de Rembrandt, vendido al Metropolitan Museum el 15 de noviembre de 1961 en 2.300.000 dólares. Fue tapa de la revista Time ya que se consideró un verdadero e inusual suceso.


En noviembre de 1998, fue subastada la Colección de la revista Reader’s Digest en Sotheby´s New York. “Le Bassin aux nympheas” pintado por Claude Monet en su jardín de Giverny entre 1917 y 1919, tenía una estimación de 9.000.000 -12.000.000 millones de dólares, y se vendió en 9.902.500 dólares.


Al año siguiente, en el mes de mayo en Sotheby´s New York, fue dispersada la Colección de John Hay Whitney, embajador de Estados Unidos en el Reino Unido, editor del New York Herald Tribune, y presidente del MOMA. Curiosamente, un paisaje de la isla de la Grande Jatte de Georges Seurat, tenía una estimación entre 25.000.000 - 35.000.000 dólares. Su precio de venta fue de 35.200.000 dólares. Y una espléndida naturaleza muerta de Paul Cézanne “Rideau, Cruchon et compotier” pintada en 1893, tenía una estimación entre 25.000.000 - 35.000.000 millones de dólares y fue vendida en 60.502.500 millones de dólares.


Pasaron veinticuatro años desde aquel momento y se impone lógicamente más de una conclusión. La primera es tal vez la más evidente, y se vincula muy especialmente a la escasez de esta calidad de obras en las subastas que se realizan incluso en las grandes tarimas internacionales. Y que cuando éstas hacen su aparición, siempre movilizan a los coleccionistas con mayor poder adquisitivo. Ahora y siempre. La apuesta de esta venta era muy fuerte. Los vaivenes de las bolsas y el bache de la pandemia, resultaron ajenos a quienes supieron ver más allá de algunos valores de base considerados un tanto excesivos. Nada detuvo a los emergentes inversores asiáticos, tal vez el nicho del mercado que más sostenidamente crece en este momento, para que decidieran invertir en los grandes maestros del arte universal.


Con estos resultados, podríamos observar que además de los récords mencionados, otros artistas alcanzaron los propios como Georgia O´Keffe, Louise Bourgeois, o el de una relevante fotografía de Edward Steichen titulada “Flatiron”, el icónico edificio neoyorquino, que cuadruplicó su precio de base y fue adquirida en 12.000.000 millones de dólares.


Edward Steichen: Flatiron. Fotografía: Gentileza Christie´s Images.



Podríamos deducir que el mercado internacional a juzgar por estos resultados, está absolutamente sano. A obras excepcionales, precios excepcionales. Se repite la historia, y se han revalorizado la mayoría de los grandes maestros. El mercado del arte ha vuelto a revitalizarse con esta gran subasta y a ser considerado nuevamente como un refugio seguro. Y sin dudarlo, con valores en alza. Pensemos que, en 2021, el mercado del arte movilizó 65.000 millones de dólares.


¿Cómo podemos traducir este andamiaje fenomenal en el mercado local...? No es amigable la respuesta. Argentina, lamentablemente, ha quedado fuera de este circuito por el momento. Y creo que debemos transitar un largo camino hasta lograr un resurgimiento de los precios de nuestros artistas. No obstante, el esfuerzo permanente que han realizado los operadores del mercado desde 2020 hasta la fecha, y el replanteo y la reinvención de todas las actividades vinculadas al arte han dado sus frutos y nos invitan a seguir trabajando en ello con ahínco.


Y solamente una conclusión final, si puedo permitirme esta “licencia personal”. Mientras veía esta subasta en mi computadora, pensaba en los activistas que vandalizan semana tras semana una obra de arte similar a cualquiera de estas piezas. Creen que es un llamado de atención al mundo para que haga algo contra el cambio climático. Aunque sigo sin comprender la intención de estos actos por más explicaciones que pretendan darnos, creo que la devastación del hombre no debe ser resaltada con más destrucción. Menos aún con aquello que aporta belleza al mundo. Como sociedad, somos meros custodios y observadores temporales de obras que nos trascienden, y los afortunados que pueden comprarlas como es el caso de quienes participaron en esta subasta, las disfrutarán en sus paredes e invirtieron mucho por obtenerlas. Nosotros, gozamos viéndolas desde otros lugares, pero que no las ataquen para evitar la destrucción del mundo. El daño no tiene validez, y la belleza sigue siendo permanente.


* Noviembre de 2022. Especial para Hilario. Artes Letras Oficios

 

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